A pesar de los grandes avances en el diseño y tecnología de los dispositivos auditivos, muchas personas posponen o niegan su uso durante varios años.
Pero ¿por qué ocurre esto? Analicemos algunas de las excusas más comunes.
Principales excusas para rechazar el uso de audífonos
La pérdida de audición puede ser un descubrimiento atemorizante y desorientador, y la negación es un refugio común para quienes la experimentan. Tanto es así que se tarda un promedio de siete años en buscar tratamiento. Las siguientes son algunas de las excusas más comunes que se escuchan:
“Oigo igual de bien que siempre”. Es habitual que los seres humanos se resistan a reconocer el deterioro que se va produciendo en el organismo con el paso de los años. Pero toda las investigaciones sobre la pérdida de audición indican que el tratamiento temprano es el mejor curso de acción para obtener resultados óptimos.
Sea honesto con usted mismo: ¿Pide a las personas que repitan lo que dicen? ¿Se alejó de las actividades sociales o grupales habituales? ¿Sube el volumen del televisor y/o de la radio? ¿Pierde detalles de las conversaciones? ¿Tiene dificultad para mantener el ritmo de las charlas? Una evaluación auditiva hecha por un fonoaudiólogo aportará datos objetivos para cuantificar qué tan mal está la audición.
“Mi audición no es tan mala”. Las hipoacusias a menudo se instalan gradualmente, por lo que las personas pueden no darse cuenta de cuánto mermó su capacidad auditiva o cómo la pérdida de audición afectó su calidad de vida. Como consecuencia, suele ser difícil decidir cuándo la deficiencia amerita recurrir a ayudas auditivas.
Dejar una hipoacusia sin tratar puede tener consecuencias diversas. Las reacciones varían de un individuo a otro, pero la mayoría experimenta problemas psicológicos, físicos y sociales como resultado de la pérdida de audición.
“Soy demasiado joven”. Debido a la creencia de que solo los adultos mayores tienen hipoacusia, muchas personas se resisten al uso de audífonos. En efecto, la pérdida de audición relacionada con la edad es la más común y sus efectos pueden empezar a notarse ya a los 45 ó 50 años. Pero lo cierto es que la pérdida auditiva puede ocurrir a cualquier edad y los audífonos constituyen una ayuda en cualquier etapa de la vida.
“La gente va a pensar que soy viejo”. En la actualidad, hay un estigma en torno a la hipoacusia y la utilización de dispositivos auditivos, que lleva a muchos individuos a ignorar su pérdida de audición. Muchos factores contribuyen, pero quizás uno de los más significativos es que no se habla lo suficiente sobre esta deficiencia sensorial. Cuanto más abierto se sea, más común va a parecer la condición y más aceptada por la sociedad. El uso de audífonos no envejece, pero la pérdida auditiva no tratada tiende a acelerar el proceso de envejecimiento, conduciendo incluso a una aparición más temprana de deterioro cognitivo y demencia.
«Soy demasiado viejo». Nunca se es demasiado mayor para intentar vivir mejor. Detectar e interactuar sobre las deficiencias sensoriales del adulto mayor, resulta de fundamental importancia para transitar la vejez de la mejor manera posible.
“Probé los audífonos y no me gustan”. Los audífonos modernos son maravillas tecnológicas que funcionan cada vez mejor. La mayoría tiene micrófonos duales, procesamiento de sonido avanzado y comunicación inalámbrica para preservar la claridad del habla y la dirección de donde provienen los sonidos, ayudando a enfocar la audición en el interlocutor de modo automático y con calidad de sonido más natural.
El fonoaudiólogo es que evalúa la capacidad de cada persona para oír sonidos y comprender palabras, y entre una amplia gama de opciones elije el modelo de audífono que mejor satisface las necesidades personales auditivas.
“Los audífonos son demasiado costosos”. Las ayudas auditivas son una inversión en salud. Permiten llevar una vida social más rica, mejoran el desempeño laboral y reducen el riesgo de depresión/demencia. En síntesis, mejoran la calidad de vida.
Hoy en día, hay disponible una amplia variedad de audífonos con precios que varían en función de su sofisticación tecnológica, desde modelos básicos a precios muy razonables hasta otros avanzados de mayor precio. Averigüe si su obra social o empresa de medicina prepaga tiene alguna cobertura para dispositivos auditivos. Consulte además por planes de pago.
“Los audífonos son feos”. Atrás quedaron los voluminosos dispositivos auditivos de años atrás. En la actualidad, son casi invisibles si se usan muy adentro del conducto auditivo. Y los elegantes modelos con receptor en el oído (RITE) que se colocan detrás de la oreja, vienen en colores que complementan el color de la piel y del pelo.
“Los audífonos producen silbidos”. La retroalimentación o feedback acústico, como se conoce al silbido que emiten algunos audífonos, es mucho menos común de lo que solía ser. La tecnología de los dispositivos actuales mejoró mucho y cuentan con novedosos mecanismos para reducir y/o evitar la retroalimentación acústica.
“Los audífonos son demasiado complicados”. La tecnología de los audífonos a veces asusta a los potenciales usuarios, que sienten temor de no ser capaces de manejarlos de manera efectiva. Sin embargo, los modelos de hoy en día se adaptan automáticamente a los diversos entornos sonoros; es decir, cambian por sí solos la configuración en función de los niveles sonoros del ambiente.
Si tiene pérdida de audición no ignore el problema, supere las barreras mentales que se interponen y busque asistencia auditiva. Cuando se trata de la salud auditiva, no hay razones que justifiquen el no buscar ayuda inmediata.
Fuentes
Advanced Hearing Solutions Hear Life: “Common Excuses for Not Buying Hearing Aids”
Auditdata: “Why no one wants to wear a hearing aid and what we can do to change that”
Comprehensive EAR & HEARING: “Common Excuses for Not Buying Hearing Aids”
Hear-it.org: “Consecuencias de la pérdida de audición”
Oticon Inc: “The top ten excuses for not buying a hearing device”